Un seguro que nadie quiere usar

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Existen dos tipos de seguros que se contratan con la intención de no tener que utilizarlo nunca. Uno de ellos es el conocido seguro de entierro, aunque en este caso se sabe con seguridad que habrá que utilizarlo alguna vez. El otro tiene que ver en parte con el primero, ya que su utilidad entra en juego en el mismo momento.

 Los seguros de vida tratan de hacer que la familia de la persona que lo ha contratado, como norma general el cabeza de familia o la persona de la que se vale la familia como medio de manutención, no sufra más de lo que de por sí ya es doloroso, que es la pérdida de ese ser querido. Los seguros de vida se firman para que en el caso de que el tomador pierda la vida por alguna circunstancia, su familia o los beneficiarios reciban una determinada cantidad de dinero, casi siempre lo suficientemente elevada como para mantener el mismo nivel de vida que se ha estado llevando, al menos durante un espacio prolongado de tiempo que permita estabilizar de nuevo a la familia.

 También se firman en ocasiones para liquidar deudas contraídas en el caso de que quien la adquiró fallezca y no hacer deudores a sus herederos.